jueves, 22 de marzo de 2012

Aquellos amores

Hace ya algunos años vivo en la ciudad de San José, la capital de Costa Rica. Una ciudad ubicada en el valle central, rodeada de montañas, quebradas y ríos que la atraviesan.
Otras ciudades centroamericanas parecieran tener mejor prensa. Panamá con sus rascacielos y su modernidad, Antigua o Granada detenidas en ese pasado encantado, La Habana y los ecos de la revolución. Ya sean grandes capitales o pequeñas ciudades, todas han encontrado la manera de “mostrase” y de contar su historia. Tienen un sello propio que las caracteriza, que las identifica, se las puede resumir con simples adjetivos que se nos vienen a la mente cuando pensamos en ellas.
Sin embargo San José es un caso particular, es una ciudad que cuesta entenderla, que a veces duele verla y por momentos nos muestra su cara más rebelde.
"De la antigua puerta de empleados del ICE viejo, 300 metros sur, condominio color papaya, departamento C1" es como debería completar en los formularios cuando me preguntan mi actual dirección. Nunca llego a hacerlo, no me alcanza el renglón en el papel. Por suerte, he encontrado formas de abreviarlo y lo cierto es que los sitios siempre se encuentran.
Pero mas allá de estas simpáticas particularidades, la ciudad de San José pareciera encontrarse en un estado de confusión constante: el tráfico, la contaminación visual, los escasos espacios públicos, el uso que sus habitantes hacen de los mismos, todo se sumerge en el desorden de una ciudad sin rumbo.
Tal vez, he tardado tanto en escribir acerca de la primera ciudad que me recibió por estas latitudes justamente porque me resulta difícil describirla. Muchas palabras aparecen mezcladas y desordenadas en mi cabeza: naturaleza, caos, montañas, verde, presas, cultura, oportunidad, tráfico, pereza, historia, amigos, tranquilidad, lluvia… tal vez mi San José encierra un poco de cada una de ellas…
A lo mejor también es cierto que con el tiempo uno puede comprender mejor las razones que hacen que esta ciudad te genere esa mezcla de sentimientos, donde algunos días te maravillas por la belleza de las montañas, el aire limpio, el verde que te inunda, o esa lluvia que regularmente se aparece en las horas de la tarde y en otros días quedas atrapada en filas interminables de vehículos apurados que no saben donde ir.
Hace algunos meses además trabajo para una empresa de relocation, y muchas veces durante los servicios de orientación debo explicar a los expatriados que se vienen a vivir al país como es la ciudad de San José. Por suerte, ahora después de varios años creo que la voy conociendo y entendiendo mejor y como aquellos amores de inicios conflictivos y finales felices, San José ahora esta en mi corazón.


No hay comentarios:

Publicar un comentario