Pocas ciudades resultan tan difíciles de describir como La Habana. Tal vez porque resulta imposible separarla de su historia de piratas, de riquezas, de revolución. Tal vez porque estar en La Habana duele, te emociona, te transporta, te conmueve. Una ciudad que cambió su destino, que luchó por su libertad pero que quedó atrapada en sus sueños e ideales…
La Habana fue la sexta villa fundada por la Corona Española en la isla de Cuba, llamada San Cristóbal de La Habana, tal vez porque era el patrón de los navegantes, y La Habana, como toponímico indígena. No obstante, antes de la fundación de La Habana, en su emplazamiento actual, la ciudad tuvo, entre 1514 y 1519, por lo menos dos asentamientos distintos.
La Habana resurgió en varias ocasiones de los escombros y cenizas a que la reducían de cuando en cuando los piratas y corsarios franceses durante la primera mitad del siglo XVI, hasta que en 1561 la corona española dispone que la ciudad sea el lugar de concentración de las naves procedentes de las colonias americanas antes de partir para la travesía del océano, por lo que se construyen defensas militares a la entrada de la bahía y en sitios estratégicos y logran hacer de ella la ciudad mejor defendida del Nuevo Mundo. Con ello, miles de marinos, funcionarios, colonos, comerciantes, aventureros llegan a la incipiente ciudad, que crece desde el puerto a ritmo vertiginoso.
Al mismo tiempo, la ciudad se edifica con los materiales más abundantes de la isla; las maderas, que proporcionan a la arquitectura de la época un encanto peculiar en combinación con los estilos llegados de la península Ibérica, y muy profusamente de las Canarias.
Durante el siglo XVII la ciudad se engrandece con construcciones monumentales civiles y religiosas. Puede verse la influencia de los diferentes estilos y culturas en la arquitectura colonial de La Habana con un rango diverso de moro, español, italiano, griego y romano. La catedral de La Habana (1748- 1777) dominando la Plaza de la Catedral es el mejor ejemplo del Barroco cubano.
A mediados del siglo XVIII, La Habana tiene más de 70.000 habitantes. El 6 de junio de 1762, los ingleses invaden la isla y toman posesión de la ciudad. Sir Georges Keppel la gobernó durante once meses, hasta mediados de 1763, fecha en la que los británicos devolvieron La Habana a los españoles, a cambio de Florida.
Hacia la década de 1850, el desarrollo de la industria azucarera, el ferrocarril, la industria tabacalera, entre otras, produjeron una pujante economía que llevó a Cuba a ser un país enormemente rico y La Habana fue el vivo reflejo de esta riqueza y prosperidad. En 1863, las murallas de la ciudad fueron derribadas para que pudiera ampliarse la urbe y construirse nuevos y espléndidos edificios. Muchos habaneros adinerados tomaron su inspiración del francés y el neoclasicismo se expandió por toda la ciudad. Las clases acomodadas se trasladaron al elegante barrio del Vedado, con sus numerosas quintas y palacetes.
A finales del siglo XIX, La Habana, después de dos guerras de independencia lanzadas por los patriotas cubanos, vive los últimos momentos de la colonización española en América, que se cierra definitivamente cuando el acorazado estadounidense Maine es hundido en su puerto, según últimas investigaciones accidentalmente, dando a los Estados Unidos el pretexto para invadir la isla. Si bien el 20 de Mayo de 1902, el gobierno vuelve a manos cubanas, hasta 1959 la influencia de los Estados Unidos será constante y decisiva, sobretodo económicamente.
Bajo la influencia estadounidense, la ciudad creció y se enriqueció con numerosos edificios, especialmente en la década de 1930, cuando se construyeron suntuosos hoteles, casinos y clubes nocturnos.
El popular paseo del Malecón fue diseñado para conectar la Vieja Habana Colonial con el Vedado. El comienzo de su construcción se remonta a 1901 durante el gobierno provisional norteamericano en la isla y se prolonga durante casi cincuenta años.Una amplia avenida de seis carriles y un larguísimo muro que se extiende sobre toda la costa norte de la capital cubana a lo largo de ocho kilómetros. Importantes monumentos se alzan a lo largo de la avenida, además de importantes arterias de la capital terminan desembocando en el malecón como la calle 23, la avenida de los Presidentes y la avenida Paseo. Otros edificios y monumentos representativos de la capital también bordean todo lo largo de la avenida malecón, conviertiendo al malecón habanero en el lugar de encuentro más visitado de la capital cubana.
Entre 1915 y 1930, el turismo era una de las principales fuentes de divisa de Cuba (superada solo por el azúcar y el tabaco). La Habana era el destino más popular del Caribe, especialmente para los estadounidenses, quienes buscaban evadir las restricciones impuestas por la ley seca en ese momento. Grandes personajes de la época pasaban temporadas en La Habana, Frank Sinatra, Ava Gardner, Winston Churchill, Gary Cooper, entre otros.
En 1925 Jean Claude Nicolas Forestier, la cabeza de la planificación urbana en París se trasladó a La Habana durante cinco años para colaborar con arquitectos y diseñadores del paisaje. Su objetivo era crear un equilibrio armónico entre el formulario clásico y el paisaje tropical. Su influencia ha dejado una marca grande en La Habana aunque muchas de sus ideas fueron apagadas por la gran depresión en 1929.
Durante las primeras décadas del siglo XX, La Habana se extendido mas rápidamente que en cualquier otro momento de su historia. Junto con Buenos Aires, eran las más grandes y más importantes ciudades latinoamericanas en lo que se refiere a la arquitectura.
Este período cuenta con grandes ejemplares de edificios con influencias internacionales de Art Nouveau, Art Deco y Ecléctico. El barrio Miramar lujuriante y adinerado copió el modelo de suburbio americano y se volvió después de 1959 un barrio de diplomáticos, científicos, embajadores y turistas. El domo del Capitolio a 62 metros de altura, era el punto más alto de la ciudad y un ejemplo de la influencia y riqueza que derivan de EE.UU. en el momento. El Edificio Bacardí (1930) es uno de los más grandes edificios de La Habana y es el mejor ejemplo de Art Deco. Localizado en una loma pequeña, esta el Hotel Nacional, construido en 1929-30 a través de un acuerdo entre el gobierno cubano y el de EE.UU.
En los años 50, el crimen organizado estadounidense se apoderó de una buena parte de las industrias del ocio y el turismo de Cuba. De hecho, la ciudad era llamada “el Las Vegas Latino”. Muchos edificios de oficinas, y complejos de apartamentos, junto con algunos hoteles aprobados por Fulgencio Batista, fueron dramáticamente alterando el skyline. Por consiguiente, el modernismo transformó mucho la ciudad .Un ejemplo es el Habana Libre (1958), qué antes de la revolución era el Habana Hilton Hotel. El Edificio Fosca(1956), también situado en El Vedado, representa la cima del desarrollo de los edificios denominados entonces de "propiedad horizontal". Este complejo de 39 niveles fue concebido y se basó en las ideas de Corbusier de una ciudad autónoma dentro de una ciudad. Contaba con 400 apartamentos, garajes, una escuela, un supermercado, y restaurantes en la cima. Ésta era la estructura de hormigón armado más alta del mundo en el aquel momento (no usando ningún marco de acero).
Desde el triunfo de la revolución en 1959 se hicieron grandes transformaciones sociales, principalmente en lo que afecta a la educación, la sanidad pública, los servicios. Muchas de estas transformaciones se reflejaron en las construcciones de la ciudad, que cambió su destino para siempre. Hay un límite muy definido entre la evolución de la arquitectura habanera antes y después de 1959. Desde esta fecha hasta el presente la misma se ha caracterizado por un continuado deterioro y por la ausencia de un criterio de armonía a largo plazo. Algunas urbanizaciones de esta época, han sido realizadas al estilo soviético, haciendo que parezcan sin serlo verdaderos guettos, que en vez de barrios de La Habana, parezcan distritos de Moscú. El palacio de las Convenciones es otra muestra de la combinación de la arquitectura colonial y la influencia de Unión Soviética. La construcción atípica de la embajada de la URSS en la Quinta Avenida de Playa, diseñada por Oscar Nimeyer, muestran la evolución de la arquitectura de la ciudad en esos años.
Con el deterioro de las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos y la imposición de un embargo comercial contra la isla en 1961, La Habana entra en un lento proceso de deterioro que se prolonga hasta nuestros días, muchas de las mansiones, y palacios pertenecientes a las clases mas altas del país, son ocupadas por cubanos que no pueden hacerse cargo de su mantenimiento, por lo cual, la corrosión por la sal del mar, las lluvias, principalmente han llegado a derribar lamentablemente parte de su estructura.
Como resultado del colapso de la unión Soviética y sus aliados de Europa del Este en 1989 y a principios de los años 1990, Cuba se sumió en una crisis económica muy profunda. La solución, nuevamente fue recurrir al turismo, y el gobierno cubano invirtió sumas significativas en el sector para atraer visitantes al país que se traduce en una intensiva construcción de hoteles en los municipios de mayor interés turístico.
Desde hace unos años, el centro histórico de la Ciudad de La Habana, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1982, es objeto de restauraciones realizadas por un equipo de historiadores y arquitectos dirigidos por la Oficina del Historiador de La Habana. Esta oficina y sus empresas asociadas han promovido, financiado y ejecutado la reconstrucción de las partes más antiguas y significativas de la ciudad, intentando respetar al máximo la construcción original y procurando la armonía entre la habitabilidad, los principios sociales y la atracción turística.
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